El siguiente es la traducción al español del editorial del Korea Herald en su edición del 11 de Abril al respecto del actual debate que se está dando en Corea respecto a la aprobación de una ley anti-discriminación que también incluye la prohibición de discriminar por preferencia sexual. Las palabras [entre paréntesis cuadrados] son notas del traductor y no pertenecen al texto original.
Se está gestando un debate potencialmente divisorio sobre si el país debe o no adoptar una comprensiva ley anti-discriminación. Desde el punto de vista del sentido común, sería muy difícil que alguien se oponga a una ley que prohíba la discriminación basada en una serie de criterios que incluyen raza, género, religión, discapacidades, edad y cosas por el estilo.
Pero la inclusión de la orientación sexual como uno de esos criterios ha provocado vehementes objeciones de los grupos cristianos y conservadores contra este proyecto de ley que fue propuesto en Febrero por una docena de diputados de pensamiento liberal. El periodo que era necesario para poner el proyecto en anuncio público antes de empezar el proceso legislativo llegó a su fin el pasado martes [9 de Abril]. Tan pronto como se llegue a un acuerdo entre el partido de gobierno y los principales partidos opositores, el proyecto de ley será enviado a un comité legislativo para su deliberación.
Durante el período [de anuncio público] de tres semanas, el sitio web administrado por la Secretaría de la Asamblea Legislativa recibió cientos de comentarios expresando los pros y contras. La mayoría de ellos fueron en contra la aprobación del proyecto, advirtiendo que éste animaría a la homosexualidad y dañaría los valores de la familia tradicional.
El despacho de uno de los diputados de oposición, el cual tuvo la iniciativa de proponer el proyecto, ha recibido una inundación de llamadas y correos electrónicos con ofensas y vituperios contra ese diputado. Recientemente el despacho publicó un comunicado en el que decía que aunque el legislador estaba personalmente opuesto a la homosexualidad, él creía que los homosexuales no deberían ser discriminados por su inclinación sexual. No obstante, el comunicado hizo poco en calmar el criticismo liderado por las iglesias cristianas y los grupos cívicos conservadores.
Esta vehemente respuesta sugiere que el país permanece con muchas más reservas en aceptar la homosexualidad que otras naciones desarrolladas, las cuales han aceptado o están en camino de aceptar incluso los matrimonios entre personas del mismo sexo. En Corea, parece que tomará algún tiempo más antes que los opositores de la homosexualidad, ni qué decir del matrimonio gay, sean señalados como anticuados.
Es natural que las iglesias cristianas estén preocupadas con el proyecto de ley, el cual crearía multas a los pastores que prediquen en contra de la homosexualidad como una traición al orden de la creación. Se esperaría, sin embargo que nuestra sociedad pudiera extender las fronteras de su tolerancia para acoger derechos para las parejas de personas del mismo sexo. Podría ser exagerado el decir que la legalización de la homosexualidad ayudaría a su expansión, y que dañaría la salud e integridad de la sociedad.
El espíritu del proyecto de ley debe ser comprendido como una protección para los homosexuales para que no sean exageradamente discriminados por una orientación sexual con la que nacieron. La integración equitativa de los grupos minoritarios en la sociedad aumentaría su estabilidad y madurez moral.
Durante los últimos años, la sociedad coreana aparentemente se ha vuelto más sensible en cuanto a garantizar los derechos de los sectores más vulnerables, expandiendo su arco de tolerancia. Esta tendencia, reflejada en el acto de aprobar una comprensiva ley anti-discriminación, es alentadora pero tiene que avanzar aún más en aras de una sociedad más civilizada y tolerante.
Una reciente encuesta a 1000 adultos coreanos mostró que la mayoría de ellos decía sentir la necesidad de hacer más para asegurar un trato igualitario para los miembros de las familias multiculturales. Más del 73% de los encuestados afirmó creer que las esposas extranjeras son tratadas de una manera diferente dependiendo cuál sea su origen étnico y el país de donde vienen. Pero en una muestra de una mejor actitud, alrededor del 61% respondió que no tendrían problemas en que su hijo o hija se casara con el hijo de una familia con trasfondo multicultural [entiéndase como la familia donde al menos uno de los cónyuges no es coreano].
Una comprensiva ley anti-discriminación ayudaría a facilitar cambios en la percepción y actitudes de los coreanos. No debería permitirse que el próximo debate sobre la adopción de este proyecto de ley sea tomado como rehén en una confrontación emocional entre grupos con diferentes visiones sobre el candente asunto de la homosexualidad. El debate debería ser conducido de la manera más práctica posible.
Una serie de encuestas públicas, que no estén limitadas a ciertos grupos demográficos, sería necesaria para ayudar a alcanzar una conclusión más amplia y objetiva a través de las audiencias y deliberaciones que están programadas antes del voto legislativo final. También parece necesario reducir las preocupaciones de que prohibir la discriminación con base en opiniones políticas podría hacer más difícil frenar las actividades a favor de Pionyang.
Es preocupante y no deseable que los opositores a la homosexualidad hayan lanzado una lluvia de insultos a los iniciadores del proyecto de ley anti-discriminación, incluso amenazándolos de muerte. Este tipo de comportamiento excesivo debería ser eliminado si se quiere construir una sociedad tolerante para garantizar la felicidad y los derechos de todos los ciudadanos así como de un creciente número de residentes extranjeros. Los puntos de vista opuestos pueden y deben ser expresados completamente a través de varias herramientas formales a lo largo del camino legislativo para que tengan una oportunidad igualitaria de ganarse el corazón de los demás.